viernes, 24 de julio de 2009

Perfil

¿QUIÉN SOY?

Mi nombre es Paula Fazio. Soy licenciada en letras, egresada de la Universidad de Buenos Aires y doy clases de español desde el año 2004. Trabajo como profesora independiente y también doy clases en el Centro de Lenguas Extranjeras de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Además, soy docente de lengua y literatura en un colegio secundario.

¿EN QUÉ ME ESPECIALIZO?

Si bien doy clases en todos los niveles de español, me especializo en el nivel intermedio/avanzado. Trabajo con alumnos que no sólo desean poder comunicarse oralmente en esta lengua, sino que además necesitan adquirir un buen dominio del español escrito.

¿CÓMO SON MIS CLASES?

Doy clases individuales y grupales. Trabajo en mi domicilio, pero también podemos acordar otro lugar. Cada lección se basa en las necesidades del alumno. Para esto, yo preparo mis clases teniendo en cuenta las dificultades especiales que pueda presentar el estudiante. Yo misma elaboro gran parte del material que llevo a mis clases y complemento esto con otras herramientas que extraigo de libros de estudio, manuales y textos de todo tipo que usamos como lecturas.

¿CÓMO CONTACTARME?

Pueden escribirme a mi e-mail: pauclases@gmail.com

jueves, 23 de julio de 2009

Verbo subir

El otro día en un libro de español hecho por americanos encontré esta frase en un ejercicio:
Ella sube al autobús.

Lo que pedía la consigna era reemplazar el objeto de la frase por un pronombre de objeto. Esto generaba la oración Ella lo sube, que si bien no parece agramatical, su empleo (por lo menos en el español rioplatense) es poco probable.

¿Subir es intransitivo, entonces? ¿No se puede construir con objeto?

Esto no parece cierto. La construcción "Ella la sube", en referencia, por ejemplo, a una montaña sí es esperable.

¿Por qué en un caso se aceptaría y en otro no?

La respuesta parece tener que ver con los sentidos distintos en los que se está empleando el verbo. Subir a un medio de transporte tiene un significado (to get on), mientras que subir una montaña, otro (to climb).



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Ser y estar

Una de las principales características del español respecto a otros idiomas es la de tener dos verbos sery estar para referir a contextos bastante cercanos que en muchos idiomas se describen con un solo verbo.

SER, asociado a la palabra esencia, se usa en los siguientes contextos:

  1. Identificar una cosa o identificarse. Eso es un reloj. Yo soy Eugenia. Él es mi esposo
  2. Describir (con adjetivos que denotan características que no cambian). Es el rubio y alto. Es viejo. Sos inteligente. Somos argentinos.
  3. Definir un tema. La conferencia es sobre medicina. Es muy interesante.
  4. Origen. (ser + de) Yo soy de Italia / Yo soy italiana
  5. Material. La remera es de algodón.
  6. Propiedad. Ese teléfono es de Marcos.
  7. Destino. La torta de cumpleaños es para Pedro
  8. Expresiones temporales. Hoy es viernes.
  9. La hora. Son las cuatro y cuarto.
  10. Frases Impersonales. Es imposible / Es increíble / Es bueno / etc-

ESTAR, asociado con la palabra estado es usado en los siguientes contextos:

  1. Ubicación: se usa ser para describir un evento que toma lugar en algún lado. El baño está en el primer piso. La fiesta es en la casa de Jorge.
  2. Con algunos adjetivos y con adverbios para describir: estados. Alejandra está enferma; condiciones.Está lloviendo. Estoy cansada; cambios en características permanentes. ¿Vive tu papá? No, él está muerto.
  3. participio pasado para describir estado resultante de una acción: el participio pasado concuerda con el sustantivo modificado. La puerta está abierta. El auto está parado. Las puertas están abiertas. Los autos están parados.
  4. + gerundio para expresar una acción continua. Estamos cenando. Estoy estudiando abogacía.

Algunos adjetivos adquieren sentidos muy distintos de acuerdo al verbo con el que se usan. Por ejemplo:

ser aburrido/a (algo que cansa)estar aburrido/a (cansado)
ser abierto/a (sincero)estar abierto/a (no cerrado)
ser alto/a (estatura, altitud)estar alto/a (locación)
ser bajo/a (estatura, altitud)estar bajo/a (locación)
ser borracho/a (alcohólico)estar borracho/a (intoxicado)
ser bueno/a (de buena calidad)estar bueno/a de buen gusto
ser cerrado/a (muy callado)estar cerrado/a no abierto
ser enfermo/a (insano)estar enfermo/a (mal de salud)
ser limpio/a (característica)estar limpio/a (no sucio)
ser lista/o (ser inteligente)estar listo/a (estar preparado)
ser nuevo/a (recién hecho)estar nuevo/a (no usado)
ser preparado/a (educado)estar preparado/a (listo)
ser seguro/a (sin peligro)estar seguro/a (protegido)

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miércoles, 22 de julio de 2009

El cuaderno (Silvina Ocampo)

Era un día patrio. Su marido había ido a ver el desfile. Las calles estaban embanderadas y en todas las casas se oían músicas marcia­les. Era también un día sin horas. Para no perder el espectáculo ha­bían almorzado a las once y media. El cielo estaba tormentoso.

-Pobres soldados, tener que marchar con este día -repetía Er­melina de Ríos encendiendo la luz.

Por más que levantara las cortinitas de la ventana, el cuarto quedaba en tinieblas. Afuera caía una lluvia finísima.

Los días de fiesta, siempre Ermelina cosía frente a la ventana. Remendaba las camisas, zurcía las medias. Esta vez, Ermelina co­sía un vestido, para cuando estuviese más delgada. El cuarto esta­ba en desorden, había retazos de género en el suelo, alfileres, pape­les recortados. La puerta que comunicaba con la pieza vecina esta­ba abierta. Ermelina alzó los ojos y miró la cama de matrimonio que era de bronce dorado; un ramo de flores en el centro de la cabecera entrelazaba los barrotes con una cinta. Esa cama era el testimonio de su felicidad. Se la mostraba siempre a sus amigas y a las amigas de sus vecinas. Era el regalo de bodas que le había hecho Paula Hódl, la dueña de la casa de sombreros donde ella trabajaba. Hacía quince años que trabajaba en esa casa, y era sin duda la mejor ofí­ciala. Las alas de los sombreros bajo sus manos se plegaban mágica­mente; las cintas, las plumas, los moños y las flores eran dóciles a sus dedos, que formaban, con idéntica facilidad, el sombrero de fiel­tro, el panamá de papel, el verdadero panamá o el sombrero de pa­ja de Italia. Paula Hodl la adoraba. Cuando algún admirador man­daba flores para Paula, ésta, infaliblemente, le daba dos o tres de las más lindas. Pero Paula no la quería a ella, sino a su habilidad, no la quería a ella, sino a los sombreros que salían de sus manos co­mo pájaros recién nacidos. Desde que se había casado, Paula le ha­blaba de mal modo, los sombreros estaban mal planchados, las clientas se quejaban. Paula movía una mano amenazadora.

-Ya te dije, Ermelina, ya te dije que no te casaras. Ahora estás triste. Has perdido hasta la habilidad que tenías para adornar som­breros -y sacudiendo un sombrero adornado con cintas, añadía con una pequeñísima risa, que parecía una carraspera-: ¿Qué signifi­ca este moño? ¿Qué significa esta costura?

Ermelina sabía que el sombrero era un cachivache, pero queda­ba en silencio (era su manera de contestar). No estaba triste. Has­ta entonces había tratado los sombreros como a recién nacidos, frá­giles e importantes. Ahora le inspiraban un gran cansancio, que se traducía en moños mal hechos y pegados con grandes puntadas, que martirizaban la frescura de las cintas.

-Cuando sienta los primeros dolores venga en seguida a la Ma­ternidad -le había dicho el médico-. Me parece que le faltan po­cos días.

Ermelina sentía su hijo moverse dentro de ella. Sentía que se encogía, que se estiraba caprichosamente, como en una cuna recién estrenada. Creía ver la forma de los pies desnudos y de las manos de muñeca.

No estaba sola en ese cuarto frío.

Alguien golpeaba la puerta, alguien venía siempre a interrum­pir las largas conversaciones que tenía con su hijo que era a veces un muchacho de veinte años con un traje gris rayado, a veces de do­ce años y otras veces un recién nacido. Veía al hombre, al niño, al bebé; no el rostro. Ermelina dejó la costura, hizo pasar a la vecina que llegaba con sus dos hijos. Le pidió que se sentara en la mecedo­ra que era su preferida, mientras ella volvió a la pequeña silla de costura. Los chicos se arrastraban por el suelo. Eran chiquitos y mo­renos, con las mejillas paspadas.

-Cumplo con mi promesa; aquí le traigo los cuadernos de mis hijos. Pobrecitos, es el primer año que van al colegio -dijo la veci­na, abriendo los cuadernos y dándoselos a Ermelina.

Entre cada página de palotes había figuritas pegadas, ramos de rosas y nomeolvides, manos entrelazadas, palomas, niños, anima­les, banderas. Ermelina hojeaba el cuaderno.

-Qué bien. Qué estudiosos son sus hijos, señora -repetía dan­do vuelta las páginas, hasta que se detuvo frente a una, donde había la cara de un chico muy rosado, pegada entre un ramo de lilas-. Así quisiera que fuese. Así quisiera que fuese mi hijo -repetía Ermeli­na indicando con la mano la imagen brillante-. Me ha dicho mi tía que en los meses de preñez, si se mira mucho un rostro o una ima­gen, el hijo sale idéntico a ese rostro o a esa imagen.

-Dicen tantas cosas -suspiró la vecina, y agregó-: No es por­que sean míos, pero mis hijos son bien lindos y durante los nueve meses del embarazo se puede decir que no he visto a nadie, ni mi­rado a nadie, ni siquiera en revistas, ni siquiera en figuras. En aquella estancia en La Pampa no teníamos radio. No teníamos otra música que la música de los eucaliptos. Yo estaba recluida en las ha­bitaciones todo el santo día, haciendo solitarios. ¡Qué vacaciones fueron aquellas! No me las olvidaré nunca -y diciendo esto tomó el cuaderno que Ermelina le tendía, para mostrarle el rostro del niño rosado.

De repente Ermelina vio que el menor de los hijos de la vecina se parecía extrañamente a la sota de espadas; era una suerte de hombrecito pequeño aplastado contra el suelo, vestido de verde y ro­jo. El otro parecía un rey muy cabezón con una copa en la mano, donde bebía una cantidad incalculable de agua. Habían sembrado el suelo con los útiles de colegio, y jugaban a la guerra con unos sa­capuntas en forma de cañoncitos.

La vecina, mirando la figura, comentó:

-Tiene la nariz demasiado respingada, y además tiene mota, como un negro.

Ermelina sacudió la cabeza:

-Es un niño precioso -alzó los ojos triunfantes-. Así quiero que sea mi hijo.

Hasta entonces no sabía cómo tenía que ser su hijo, rubio o mo­reno, de ojos azules, verdes o negros. ¿Parecido a quién? No lo sa­bía, y ahora había encontrado la imagen.

-¿Me presta este cuaderno, señora? Solamente hasta esta no­che.

La vecina consintió, y se despidió de Ermelina, dejándole un be­so pegajoso en cada mejilla. Los dos niños salieron del cuarto arras­trando los pies.

Ermelina volvió a sentarse con el cuaderno entre las manos; es­tudió la imagen minuciosamente, luego la dejó sobre la mesa y to­mó la costura. Pero no había cosido cuatro puntadas, cuando empe­zó a sentir un dolor y después otro, como relámpagos espaciados, pe­ro puntuales. Se levantó de la silla. Seguramente era el niño que es­taba por nacer; lo sentía en su vientre, como en un cuarto oscuro, golpeando contra la puerta, con insistencia. Se puso un abrigo y ató un pañuelo alrededor del cuello. Tomó un lápiz y un papel donde es­cribió en letras temblorosas: El niño está por nacer, me voy a la Ma­ternidad, la sopa está lista, no hay más que calentarla para la hora de la comida, la figura que está en la hoja abierta de este cuaderno es igual a nuestro hijo, en cuanto la mires llévale el cuaderno a la señora Lucía que me lo ha prestado. Prendió el papelito con un alfi­ler sobre la colcha de la cama, puso al lado el cuaderno abierto, apa­gó la luz y salió del cuarto.

Atravesó los corredores oscuros, lentamente. Bajó las escaleras empinadas, con miedo de caerse; se aferraba a la baranda. En la es­quina esperó el ómnibus. Llevaba apretada en su mano la recomen­dación para el médico. El trayecto era largo. Parecía que el conduc­tor del ómnibus no tenía apuro como otras veces; parecía esperar a una novia, en todas las esquinas; miraba de izquierda a derecha y hablaba solo. Ermelina pensó que iba a tener el hijo allí mismo, tan fuerte seguían los golpes y con tanta impaciencia. El tránsito esta­ba interrumpido; los dolores se sucedían como cuentas de un rosa­rio interminable. Por fin se detuvo el ómnibus. Para llegar a la Ma­ternidad, no había que caminar más que unos cuantos metros. Er­melina se bajó trabajosamente; caminaba con rapidez y, por el es­fuerzo que hacía para no separar demasiado las piernas, con una extraña cadencia de baile. Subió los escalones larguísimos y blancos de la Maternidad; había una luz constante, de amanecer. Las enfer­meras la rodearon, la llevaron de sala en sala, luego la estiraron so­bre una cama. Vio muchas estrellas rojas y azules, adornando gi­gantescos sombreros; rompió con los dientes cintas de seda, que eran ásperas sábanas de algodón, que le hicieron sangrar las en­cías. La negrura del cuarto se llenaba de filamentos deslumbrantes y de gritos. Y después perdió la conciencia. Nadaba en un lago sin agua y sin orillas, hasta que llegó a la ausencia del dolor, que fue una gran desnudez pura y diáfana. Se había sentido como una casa muy grande y muy cerrada, que hubieran de pronto abierto, para un solo niño que quería ver el mundo.

Despertó en la camita blanca, repetida como en un cuarto de es­pejos, un cuarto larguísimo, repleto de camitas blancas, alineadas. La enfermera se inclinó sobre la cama:

-Señora, mire lo que le traigo.

Entre envoltorios de llantos y pañales Ermelina reconoció la ca­ra rosada pegada contra las lilas del cuaderno. La cara era quizá de­masiado colorada, pero ella pensó que tenía el mismo color chillón que tienen los juguetes nuevos, para que no se decoloren de mano en mano.

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martes, 21 de julio de 2009

Verbos opuestos

1. abrir / cerrar

2. reparar o arreglar / romper

3. comenzar o empezar / parar, dejar de, terminar

4. obedecer / desobedecer

5. escuchar / ignorar

6. recordar o acordarse/ olvidar

7. subir / bajar

8. sentarse / pararse

9. admitir o afirmar / negar

10. dar / recibir

11. ganar/ perder

12. querer o amar / odiar

13. dormir/ despertarse

14. reir / llorar

15. comprar / vender

16. venir / ir

17. quedarse / ir

18. perder / encontrar

19. vivir/ morir

20. entrar / salir

21. llenar / vaciar

22. juntar / separar

23. crecer, agrandar / encoger, achicar

24. dibujar / borrar

25. construir / destruir

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Letra de Mano a Mano

Mano a mano- Tango. Letra: Celedonio Flores / Música: Carlos Gardel y José Razzano

Rechiflado en mi tristeza, te evoco y veo que has sido

en mi pobre vida paria sólo una buena mujer.

Tu presencia de bacana puso calor en mi nido,

fuiste buena, consecuente, y yo sé que me has querido

como no quisiste a nadie, como no podrás querer.

Se dio el juego de remanye cuando vos, pobre percanta,

gambeteabas la pobreza en la casa de pensión.

Hoy sos toda una bacana, la vida te ríe y canta,

Ios morlacos del otario los jugás a la marchanta

como juega el gato maula con el mísero ratón.

Hoy tenés el mate lleno de infelices ilusiones,

te engrupieron los otarios, las amigas y el gavión;

la milonga, entre magnates, con sus locas tentaciones,

donde triunfan y claudican milongueras pretensiones,

se te ha entrado muy adentro en tu pobre corazón.

Nada debo agradecerte, mano a mano hemos quedado;

no me importa lo que has hecho, lo que hacés ni lo que harás...

Los favores recibidos creo habértelos pagado

y, si alguna deuda chica sin querer se me ha olvidado,

en la cuenta del otario que tenés se la cargás.

Mientras tanto, que tus triunfos, pobres triunfos pasajeros,

sean una larga fila de riquezas y placer;

que el bacán que te acamala tenga pesos duraderos,

que te abrás de las paradas con cafishos milongueros

y que digan los muchachos: Es una buena mujer.

Y mañana, cuando seas descolado mueble viejo

y no tengas esperanzas en tu pobre corazón,

si precisás una ayuda, si te hace falta un consejo,

acordate de este amigo que ha de jugarse el pellejo

pa'ayudarte en lo que pueda cuando llegue la ocasión.


chiflado: loco

bacana: concubina bacán: hombre que mantiene una mujer

paria: com. persona de la casta ínfima de los hindúes: los parias apenas tienen derechos. persona insignificante: es un paria en su empresa.

consecuente: adj. [persona] cuya conducta guarda correspondencia lógica con los principios que profesa

remanye : reciprocidad entre dos sujetos que “manyan” quien es el otro

percanta: mujer joven agraciada / percanta: mujer, concubina, amante/ percanta:, mujer, considerada desde el punto de vista amatorio

morlacos : billetes, dinero

gambetear: esquivar

otario: zonzo, necio, tonto, torpe, cándido, papanata, crédulo, hombre honrado, víctima de un cuento

marchanta (a la): a la suerte, a cualquier lado

maula f. cosa inútil y despreciable / cobarde

gavión: burlador que seduce a las mujeres y vive de ellas

milonga: f. canción y baile popular del río de la plata,de ritmo lento acompañado de guitarra. amer. fiesta familiar con baile:

después de la boda habrá milonga.

acamalar : proteger, mantener, guardar, cuidar (“que el bacán que te acamala tenga pesos duraderos...”) ahorrar/guardar

Cafishos: Gigolós, vividores

Milongueros: Cabareteros

Descolado: Deteriorado, achacoso, sin pegamento.

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Estilo indirecto: cambios que se producen

VERBO INTRODUCTOR EN PRESENTE

1- INDICATIVO

PRESENTE:

Como demasiado”

Dice que…

PRESENTE:

come demasiado

PRETÉRITO IMPERFECTO:

Tenía mucho dinero”

Dice que…

PRETÉRITO IMPERFECTO:

tenía mucho dinero

PRETÉRITO PERFECTO SIMPLE:

Fui al cine”

Dice que…

PRETÉRITO PERFECTO SIMPLE:

fue al cine

PRET. PLUSCUAMPERFECTO:

Había ido al cine”

Dice que…

PRET. PLUSCUAMPERFECTO:

había ido al cine

PRETÉRITO PERFECTO:

He viajado poco”

Dice que…

PRETÉRITO PERFECTO:

ha viajado poco

FUTURO:

“No iré de pesca”

Dice que…

FUTURO:

no irá de pesca

FUTURO CON PERÍFRASIS:

“No voy a ir de pesca”

Dice que…

FUTURO CON PERÍFRASIS:

no va a ir de pesca

CONDICIONAL:

Llegaría a las dos de la tarde”

Dice que…

CONDICIONAL:

llegaría a las dos de la tarde

CONDICIONAL COMPUESTO:

Habría ganado bastante”

Dice que…

CONDICIONAL COMPUESTO:

habría ganado bastante

2- IMPERATIVO

IMPERATIVO:

Callate y dejame hablar”

Dice que…

PRESENTE SUBJUNTIVO:

te calles y la/lo dejes hablar

3- SUBJUNTIVO:

PRESENTE:

“Tal vez Juan lo sepa

Dice que…

PRESENTE:

tal vez Juan lo sepa

PRETÉRITO IMPERFECTO:

“Ojalá pudiera estar allí para verlo”

Dice que…

PRETÉRITO IMPERFECTO:

ojalá pudiera estar allí para verlo

PRETÉRITO PERFECTO:

“Quizá Pedro no haya ido al trabajo”

Dice que…

PRETÉRITO PERFECTO:

quizá Pedro no haya ido al trabajo

PRET. PLUSCUAMPERFECTO:

“Ojalá no hubiera ido a la fiesta”

Dice que…

PRET. PLUSCUAMPERFECTO:

ojalá no hubiera ido a la fiesta

ESTILO INDIRECTO: VERBO INTRODUCTOR EN PASADO

1- INDICATIVO

PRESENTE:

Como demasiado”

Dijo que…

Dijo que…

IMPERFECTO:

comía demasiado

PRESENTE (en caso de un hábito):

come demasiado.

PRETÉRITO IMPERFECTO:

Tenía mucho dinero”

Dijo que…

PRETÉRITO IMPERFECTO:

tenía mucho dinero

PRETÉRITO PERFECTO SIMPLE:

Fui al cine”

Dijo que…

PRETÉRITO PERFECTO SIMPLE:

fue al cine

PRET. PLUSCUAMPERFECTO:

Había ido al cine”

Dice que…

PRET. PLUSCUAMPERFECTO:

había ido al cine

PRETÉRITO PERFECTO:

He viajado poco”

Dijo que…

PRET. PLUSCUAMPERFECTO:

había viajado poco

FUTURO:

Iré de pesca”

Dijo que…

Dijo que…

CONDICIONAL:

iría de pesca

FUTURO (si la acción no se cumplió)

irá de pesca

FUTURO CON PERÍFRASIS:

“No voy a ir de pesca”

Dijo que…

FUTURO CON PERÍFRASIS (con verbo en imperfecto):

no iba a ir de pesca

FUTURO PERFECTO:

“Habré visto unas cinco películas”

Dijo que…

Dijo que…

FUTURO PERFECTO:

habrá visto unas cinco películas

CONDICIONAL COMPUESTO:

habría visto unas cinco películas

CONDICIONAL:

Llegaría a las dos de la tarde”

Dijo que…

CONDICIONAL:

llegaría a las dos de la tarde

CONDICIONAL COMPUESTO:

Habría ganado bastante”

Dijo que…

CONDICIONAL COMPUESTO:

habría ganado bastante

2- IMPERATIVO

IMPERATIVO:

PRETÉRITO IMPERFECTO:

Callate y dejame hablar”

“No vengas

Dijo que…

Dijo que…

te callaras y lo dejaras hablar

no vinieras

3-SUBJUNTIVO

PRESENTE:

“Tal vez Juan lo sepa

Dijo que…

PRETÉRITO IMPERFECTO:

tal vez Juan lo supiera

PRETÉRITO IMPERFECTO:

“Ojalá pudiera estar allí para verlo”

Dijo que…

PRETÉRITO IMPERFECTO:

ojalá pudiera estar allí para verlo

PRETÉRITO PERFECTO:

“Quizá Pedro no haya ido al trabajo”

Dijo que…

PRET. PLUSCUAMPERFECTO:

quizá Pedro no hubiera ido al trabajo

PRET. PLUSCUAMPERFECTO:

“Ojalá no hubiera ido a la fiesta”

Dijo que…

PRET. PLUSCUAMPERFECTO:

ojalá no hubiera ido a la fiesta

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